El jefe le mira con su habitual sonrisa nerviosa y le pide si trabaja el domingo. Le contesta que no. Le dice que entonces es muy conveniente que se pase por la oficina para empezar a aprender a manejar el cierre. Magnífico, toda la semana esperando para esto, piensa. Más tarde, se cruza con N. y ésta le dice que le conviene ir a la playa, que está muy pálido. ¿Tanto se nota?. Sí. Verás, es que hace más de un año que no voy a la playa. Odio pringarme de arena y, además, sin novia aún me apetece menos. Y luego está la masificación de las playas... asarse dentro del coche... ¿Qué contestar? La verdad es que, dice finalmente, sí, tendría que ir. Sonrisas nerviosas.
Una hora o dos más tarde, liado entre papeles y unidades de pc defectuosas, N. consulta algo cerca de su mesa. Lo de la playa, le dice en un amago que le cuesta horrores pronunciar. Si quieres podemos ir los dos juntos. La sonrisa enigmática de la esfinge vuelve a asomar entre los labios de N. Sí, esa sonrisa indescifrable que condena a todo el género al que él pertenece. Sí, sería posible, dice ella, pero tendrías que bajar a la cala donde voy cada fin de semana.
La conversación termina un tanto lánguidamente; él decididamente ya no sabe qué contestar. Más tarde ella se va sin decir nada, sin acaso recordar lo que para él ha sido algo francamente duro de hacer. Bah, qué más da. Qué hago yo en la playa con ella. En ese momento piensa la escena y la ve inverosímil. Quizá es el clásico recurso psicológico de poner una excusa para sobrellevar una decepción.
Suena: The Passion of the Covers - A tribute to Bauhaus.
Una hora o dos más tarde, liado entre papeles y unidades de pc defectuosas, N. consulta algo cerca de su mesa. Lo de la playa, le dice en un amago que le cuesta horrores pronunciar. Si quieres podemos ir los dos juntos. La sonrisa enigmática de la esfinge vuelve a asomar entre los labios de N. Sí, esa sonrisa indescifrable que condena a todo el género al que él pertenece. Sí, sería posible, dice ella, pero tendrías que bajar a la cala donde voy cada fin de semana.
La conversación termina un tanto lánguidamente; él decididamente ya no sabe qué contestar. Más tarde ella se va sin decir nada, sin acaso recordar lo que para él ha sido algo francamente duro de hacer. Bah, qué más da. Qué hago yo en la playa con ella. En ese momento piensa la escena y la ve inverosímil. Quizá es el clásico recurso psicológico de poner una excusa para sobrellevar una decepción.
Suena: The Passion of the Covers - A tribute to Bauhaus.
4 comentarios:
Perooo tíoooo!!! Tú tas tonto???
Te dice q sí y la dejas estar?? Pero sigue atacando con más coñas. Q no sé pq lo viste como una derrota. Fue una gran victoria para ganar la batalla :p
Bueno, el sí ya te lo ha dicho. La próxima vez lo dejas caer como el q no quiere la cosa con una coñita. Sabes q cala es? O todavía te lo tiene q decir.
Si lo sabes le sueltas en plan, pos había pensado este finde pasarme por tal sitio... :p jejeje
Pero bueno esto lo verás tú mejor q eres tú el machote ;) Y la conoces más
Y q haces tú con ella en la playa? Pos coño, divertirte.
Ale, buena suerte!! ;)
Pues yo pienso com Rorschach. Ya que se lo has preguntado y te ha contestado que seria posible, tenías que preguntarle, que playa es? y así un dia te presentas como "por casualidad" o te investas que vives cerca de por allí y que frecuentas esa cala. ¡¡Pero no te conformes¡¡ Y sino insiste de nuevo!! A ver, si te ha dicho que sí, que es eso de ¿que hago yo en la playa con ella?
Pero por otra parte no le vayas a asustar y se piense que eres alguien "rarito" o que tiene que tener cuidado contigo. :)
He desactivado la opción de comentarios anónimos porque empiezo a recibir spam en estos comentarios. Aún así, los hay tan intrincados que hasta se logan, los muy hijoputas!
"...el clásico recurso psicológico para sobrellevar una decepción"
Que cierto. ESo duele eh :( que una es experta.
y yo digo como Rorsch, ¿que vas a hacer en la playa con ella? Pos miles de cosas, compartir un rato a solas como mínimo.
Molts besets
Obnubilada-girl
Publicar un comentario