11.10.10

El último vuelo del Fénix Negro (VIII)

A veces internet te da sorpresas. Uno nunca puede decir "de esta agua no beberé", está claro. Conocí a R. en el lugar más equívoco que podría darse. Y parecía imposible, pero entonces, como la luz del amanecer que uno no espera ya ver, algo se iluminó en nosotros.
R. era joven y bella, inteligente y sensible. Con un corazón enorme, la templanza, la paciencia y la capacidad de sacrificio que sólo pueden tener las personas buenas. Nuestra relación fue breve, de apenas unos meses, pero intensa, y la quise como sólo se quiere a esas personas especiales que uno se encuentra en el camino muy de cuando en cuando.
Siempre recordaré la única ocasión en que nos vimos. Recordaré esa llegada a un aeropuerto extraño, su figura esperando temerosa, sus hermosos dientes y sus hoyuelos al sonreír. Sus manos pequeñitas, su cuerpecito tembloroso, la triste despedida poco después en aquel mismo aeropuerto que me llevaba de vuelta a esta isla. Recordaré siempre los días que pasamos juntos y como nos besamos, nos besamos, y nos besamos.

Y sin embargo, ella parecía saber ya en ese momento que ésa sería la única ocasión en la que nos veríamos. Tenía razón.

Pero siempre mantendré lo que le dije.

No podía ser todo tan bonito, y, de hecho, no fueron nuestras desavenencias lo que nos separó. Fue algo superior, y por ello, en mí siempre, siempre, siempre quedará el desprecio (y hasta el odio, creo) por aquellas personas que la apartaron de mi lado.


Suena: Marissa Nadler - Rosary.

Objetivos del año

Decíamos hace un año: · Dejar el tema académico . Centrarse en el cómic. Lo demás no tiene sentido. Publicar algo más de cómic. ¿Lo he c...