Yo fui el que te escribió primero, después de años (¿años, verdad?) de silencio, esperando una respuesta de tu parte, diciéndote que el tiempo había pasado y ahora, al menos, podríamos ser amigos. Pero cuando, tras semanas de haber enviado el correo, y al haberme ya olvidado de ese tonto intento por recuperar algo de ti, tu nombre apareció en la bandeja de entrada, fue como si algo me golpeara con todas sus fuerzas, y sintiera una extraña desazón dentro, y comprobar como tu vida ha ido adelante sin mí no hizo sino aumentar esa sensación. De repente la idea de haberte escrito ya no me parecía tan buena y yo... bueno, terminaba pensando que mi mente acusa oscilaciones, no sé si lunares o parecidas a las mareas, vaivenes que rebuscan en el pasado algo a lo que aferrarse, lo comparan y no se cansan de conjurarlo, y que al mismo tiempo buscan romperlo, encontrar nuevos mares, surcar aguas limpias sin el temor a hacerlo en la embarcación de un náufrago profesional.
Suena: Aviador Dro - La ciudad en movimiento.
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