Uno de mis profesores de la universidad alababa las virtudes de las noches de hotel en sus poemas mucho antes de que yo fuera consciente de qué quería decir. Con el tiempo y las obligaciones me di cuenta. Hay algo de mágico en esos pequeños universos cerrados, donde, en una ciudad extraña, dos seres se encuentran de nuevo como en casa. Microcosmos que giran en torno a una cama.
Repaso mis noches de hotel, la mayoría de ellas dignas de ser conservadas en mi memoria. Ciudades lejanas, visitas borradas por el paso del tiempo. ¿Qué baño era de qué hotel? ¿En cuál nos reíamos del horrible papel pintado? Ya no me acuerdo... Pero sí veo un amplio ventanal, el Tibidabo al fondo, más lejos de lo que en realidad parece, rememoro una noche de un terrible ulular de viento que hace que me despierte cada par de horas, te recuerdo a ti, con esa sonrisa que me desconcertaba cuando te conocí pero que en aquella ocasión parecía algo lejana (después sabría el por qué). En aquella ocasión te dejaste querer, no como esa primera e inocente vez; en aquella ocasión te dejaste llevar por todo lo que yo sentía, o creía sentir. Y ambos fuimos lo suficientemente tontos (o lo suficientemente cobardes, o, quizá, quién sabe, por el contrario, suficientemente inteligentes) para no preguntar qué pasaba realmente, a qué destino nos conducía esa cápsula llamada noche de hotel. Luego fue demasiado tarde.
Suena: The Gathering - "In Between".
1 comentario:
ju que triste,,,,,snifff
mis noches de hoteles han sido variopintas,hubo una vez hasta putas corriendo por los pasillos gritando porque su chulo se haria cabreado y tambien hubo una con dia nublado y en el pueblo de Sintra,con la taberna de Lord Byron en frente y con un frio de pinguiños.
Esas entre otras,,,,tambien las hubo en las que me desperté sola,y llegué acompañada...
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