19.3.06

As nights goes by

Una semana extraña, la que expiraba mientras retrotraía el panel de estas líneas y lo forzaba a marcar un ya desterrado domingo. Durante esos sietes días, habían hecho aparición algunos fantasmas del pasado. ¿Por qué siempre vuelven los que no haría falta que volvieran a mi vida? Y no eran ni uno ni dos. Llamadas inconvenientes, mensajes recibidos cuando no tendrían que serlo, y viceversa. Ya es mala suerte que Orfeo sólo se gire para ver cosas malas.
A mediados de semana, me citan para una entrevista de trabajo. Una recepcionista a la que parece que le importa más bien tres cominos hasta que el mundo vaya a desaparecer en unas horas me da unos papeles y me pide que me los lea, luego me hace una somera descripción de dónde he de ir. Le hago caso a medias: ojeo su bazofia unos minutos, me niego a firmar en avance nada de lo que me da y sigo con el libro que acabo de recibir de un amigo de Pamplona. Me pierdo en un edificio enorme, lleno de puertas y de corredores solitarios. En un momento determinado, cuando llego al final de un pasillo sin salida, pero al que me ha dirigido una flecha, me siento como dentro de una pesadilla kafkiana. Por suerte, el que se ha equivocado siguiendo las direcciones he sido yo. Me entrevistan un alemán (pelo oscuro, apretón de manos rígido) y una chica que no pronuncia palabra durante todo el rato. Me pregunta cosas que no sé responderle; soy consciente de que, como diría mi psicóloga, estoy siendo poco asertivo, porque noto que rehuyo las miradas, que doy rodeos, que hago exactamente lo que no he de hacer. Bah, de todas formas, he venido a ver qué me pueden ofrecer, y no al revés. Si no les gusto, que se jodan, ellos no me gustan a mí.
Termina la semana y, de vuelta del trabajo, me encuentro a mí mismo en medio de la autopista con el cambio de marchas del coche en la mano, casi literalmente. Suerte que puedo parar el coche con seguridad y no pasa nada. Una semana después de mi aniversario, vuelvo a "tener fiesta". Algunas personas recuerdan mi onomástica, otras muchas no, y las que lo recuerdan quizá no tendrían que haberlo hecho, porque el ruido de las cadenas deja mucho eco. Afortunadamente, esos sonidos quedan amortiguados por la última jornada laboral de la semana: consigo escribir una tira y 3 páginas de un proyecto de álbum, tiempo durante el cual me siento extremadamente feliz. Lo mismo que cuando S. pasea su contorno para que revisen los gráficos que ha creado para la edición de mañana. Termino aquí sentado, rebuscando un cd que finalmente encuentro escondido en un cajón, escribiendo estas líneas, pensando que me esperan tres días de asueto en los que espero tener esas gotitas de felicidad que las amistades, espero, me procurarán.

Suena: The Gathering - "Home".

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