13.1.17

Vivo en una especie de limbo perpetuo, en una situación de tránsito que se eterniza, como si me hubiera quedado a vivir en la terminal de un aeropuerto. Constantemente me impulsan sentimientos contradictorios, impulsos contrarios, que oscilan entre la reinvindicar una necesidad, y arrastrarme, y llorar y suplicar, y romper con todo, gritar, dar un portazo, marcharme y no volver. Todo el tiempo. No tengo ganas de nada, el trabajo me asquea, y ni siquiera aquello que me daba un propósito en él me llena ya, lo veo como una obligación. El tedio me incapacita. No me apetece ver a nadie, ni a amigos, ni mucho menos a familiares. Orbito entre las ganas de tener sexo y las de alejarme de todo impulso sexual, de hacer vida de ermitaño. Me gustaría meterme en un bunker subterráneo y no salir. Me gustaría poder quedarme en la cama a leer indefinidamente, o en el sofá debajo de una manta viendo películas rancias. No tengo ganas de salir, me cuesta mantener la sonrisa ante la típica conversación casual en el trabajo, fingir que todo va como siempre. Y se me hace todo muy difícil. La única cosa que me motiva es ver crecer a mi pequeña pitufa: hablar con ella, hacerla reír y jugar juntos es la única constante positiva en mi vida. Con lo demás no puedo. Recuerdo a menuda una frase que me quedó grabada de la serie Fear The Walking Dead, cuando Madison le cuenta a su hija que su padre no tuvo un accidente, sino que se suicidó dejando una nota que decía: "I love you all. But enough is enough". Puedo entender ese pensamiento.
Muchas veces fantaseo con que abro una compuerta secreta en un armario de casa que me lleva a un pliegue temporal, a un espacio infinito donde no transcurre el tiempo exterior y donde puedo refugiarme, leer, escribir, dormir, follar, estar solo. Y al volver, no ha transcurrido apenas un segundo. Es una de las fantasías con las que me acuno antes de dormir. No sé si es un rasgo infantiloide, pero encuentro cierto alivio en esos pensamientos.
No sé qué hacer, ni qué pensar. Estoy en un bucle de mierda y no puedo salir, y me siento triste, y no me apetece nada. Ni siquiera una buena noticia como el embarazo de mi hermana me sacó la alegría que algo así debería inspirarme; no, recibí la noticia casi como quien oye llover, pero no porque no me alegre, sino porque no siento nada, me siento vacío, me siento muerto, no puedo reaccionar a nada. Me da igual todo, sólo quiero que la inconsciencia se abata sobre mí y me haga olvidar todo este dolor. 

Suena: Earth - Land of Some Other Order

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