Como en aquella cueva de las maravillas donde de día unas estatuas demasiado realistas yacían en un patio excavado en la roca y al atarceder, se convertían en soldados que combatían con unos ghules que finalmente los devoraban, noche tras noche, hasta el final de los tiempos, había heridas que se abrían y volvían a sangrar sólo de noche.
Eran esas noches en las que un gesto, una palabra o una conversación te llevaba a pensar todo aquello que había dejado atrás y que el polvo del camino se estaba encargando de enterrar en la cuneta. Pero los muertos siempre huelen a cadáver, al menos, hasta que ya no hay cadáver.
Eran esas noches en las que un gesto, una palabra o una conversación te llevaba a pensar todo aquello que había dejado atrás y que el polvo del camino se estaba encargando de enterrar en la cuneta. Pero los muertos siempre huelen a cadáver, al menos, hasta que ya no hay cadáver.
Suena: Shadow Project - From the Heart.