A veces me desvelo en la madrugada y el cerebro se me pone a dar vueltas. Empiezo a pensar en mil cosas y ya me es imposible conciliar el sueño. Mi problema: nunca he tenido claras mis prioridades. Siempre he querido abarcarlo todo, y cuando digo todo es TODO. Lo quiero todo, y siento que mi vida resbala por una pendiente cada vez más rápida mientras no puedo agarrarme a NADA. Tengo demasiados intereses, todo me atrae, me gustaría poderle dedicar tiempo a todo. Y no puede ser. Además, en esta sociedad donde todo lo tienes al alcance de la mano es más frustrante aún.
Me tumbo en la cama y miro al techo durante horas incapacitado por la duda. Me gustaría escribir más, seguir con los guiones, y con todas las ideas para novelas que me rondan la cabeza. Ese fanfic susceptible de ser un buen relato corto, o esa novela comenzada en watpad, o ese poemario (el único que creo que escriba, ahora lo tengo claro). O seguir con esas antologías para el cole, que van muy bien. ¿Y ese proyecto de unir actividades de taller literario para fomentar la escritura y la creatividad? Me gustaría ver más a los amigos, jugar más a rol (me estoy haciendo casi coleccionista compulsivo de material antiguo, sin ni siquiera tener la oportunidad de poder jugarlo, la verdadera función para lo que se hicieron esos libros), leer más. Tengo decenas y decenas y decenas de libros en la biblioteca por leer, compras compulsivas que se me acumulan. Doy una vuelta por la biblioteca (mi biblioteca), y en cada librería, en cada estante, encuentro un libro que me apetecería empezar hoy mismo... si no fuera porque tengo empezados como mínimo cinco, además de la pila de medio metro de cómics y libros pendientes de reseñar. Pero como decía, en esta sociedad de la abundancia, he sobrepasado hace años la cantidad de material que poseo y que no puedo consumir: miles de álbums de música, centenares de juegos en Steam, decenas de películas... Tiempo, lo que necesito no es dinero ya, sino tiempo. Me encanta escribir, pero también se ha convertido en una esclavitud. Tengo que ampliar el trabajo del máster para que se publique, tengo reseñas pendientes, tengo que escribir en el blog del grupo de investigación, tengo que redactar el capítulo de libro al que me comprometí... Y todo, ¿para qué? ¿Acaso tengo alguna posibilidad real de promoción en la universidad? Ninguna. Es más, la mayor parte del ambiente universitario me da asco, con gente que sólo pierde el culo por escribir en revistas de impacto o conseguir una beca para no sé qué oscuro fin... Y algunos paseando, además, su pedigrí universitario, mirando casi con desprecio a los que no somos de su mundillo. Reconozco que soy un currito, soy un soldado de infantería, estoy en las trincheras de la secundaria, luchando contra un enemigo imposible, haciendo un trabajo silencioso que nunca será reconocido, sembrando las bases para que luego tú puedas cagarte en esos alumnos que llegan a la facultad sin apenas conocimientos de nada. ¿Qué quiero hacer realmente? ¿Por qué me meto en tantos fregados? ¿Qué quiero ser, quién quiero ser? Y no lo sé. Me gustaría ser un escritor, pero también me gustaría ser un crítico de verdad, me gustaría ser poeta, me gustaría poder dibujar bien, tocar el bajo o el piano, poder mantener el canal de youtube, poder dedicarme a la ludificación, poder escribir de lo que quisiera con el tiempo que quisiera, no tener que preocuparme por la hipoteca de cada mes... Pero sé que hay más. Sé que no quiero ser un don nadie, que quiero que se me reconozca, quiero que la gente sepa quién soy, y asienta con la cabeza con admiración. A veces me pregunto si tan sólo soy un farsante, un impostor, alguien que simplemente ha tenido suerte de estar donde está, porque realmente no ha hecho suficientes méritos. Me corroe el miedo de ser alguien simplemente regular, mediocre, el pensar que he fracasado en todos mis sueños y realmente no valgo ni siquiera en lo que más me gusta, que hay mil personas que hacen lo mismo que yo mucho mejor. Y no me vale hacer sólo una cosa, concentrarme, por ejemplo, en mis cómics. Me aburro, quiero más. No puedo hacer una sola cosa. A lo largo de todos estos años he escrito en decenas de blog, pero con todo nunca he hecho nada de importancia. Soy sólo un gilipollas de provincias, con una pequeña tribuna desde la que soltar sus rollos mediocres que cuatro tontos que pasaban por casualidad se detienen un momento a escuchar. No he tenido padrinos ni padres con carrera ni me he podido permitir años sabáticos ni he sido premio a la excelencia ni me he doctorado con honores ni me han llamado para ser jurado ni mi puta madre. Me estiro y me estiro porque quiero llegar a todo a la vez y es muy frustrante porque sé que no lo conseguiré y sin embargo sigo probándolo porque si no lo hiciera, no sería yo. Empiezo cosas, no acabo nada. Delego responsabilidades, soy el de las ideas pero no el de hacerlas; uno de mis sueños recurrentes es que me desdoblo como el Dr. Manhattan o tengo a mi cargo una legión de clones que están conectados conmigo en una especie de pensamiento colmena que me permiten hacer todo lo que quiero hacer y ser todo lo que quiero ser por fin.
Soy un auténtico caos y hace falta ser masoquista y gilipollas para convivir conmigo. De las cosas importantes de la vida, de las auténticas responsabilidades, nadie me enseñó. Y así he salido. Sólo se me dar bien vivir en mi propio mundo atendiendo a mis intereses. Y ni siquiera estos soy capaz de atender propiamente. Soy una nova que explota, soy Reed Richards pero sin doctorado. El tiempo me esclaviza y me hunde. Tendría que salir a hacer más ejercicio (ir a caminar, no más), me encantaría poder aprender a pintar en acuarela o a tocar una, dos piezas de Chopin. Ese proyecto de dark ambient con algún amigo estaría bien. Un cortometraje de muñecos como en los viejos tiempos. ¿Y esa idea de negocio que tenía, en la que tendría que reclutar al menos a un par de socios? ¿Y todos los discos interesantes que me quedan por revisar en lo que va de año? Y me pensaba hace un tiempo, tonto de mí, que sabía algo de black metal, o del género que sea. ¿Y todas las pelis que tengo en cola para ver, y poder escribir sobre ellas? ¿No sería genial poder recopilar en un libro los mejores textos de divulgación que he escrito en los últimos... no sé, diez años? Porque llevo 16 años de blogs. Casi podría tener un hijo adolescente. Tengo 38, estoy a punto de meterme en los cuarenta, ¿y qué he conseguido? ¿Una sección de media página en un diario local? ¿Una wii pirata que uso una vez al año, y éste me he olvidado? Me termino aferrando a las listas de lo que hago (ut infra diximus) para demostrarme a mí mismo que mi tiempo es invertido en algo. Pero luego lo pones en perspectiva, y piensas, ¿en la hora final, de qué habrá servido todo esto? ¿qué estoy haciendo? Cada semana durante los cinco días lectivos hago ver que tengo las respuestas, pero la realidad es que no sé nada, no tengo nada, no soy nada.
Suena:
Katatonia - Rainroom.
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